Estamos en el Valle de Jálama o Val de Xálima, un hermoso paraje de reminiscencias celtas, de bosques y guarnecidos alcores que observan las tierras de Portugal. Tres pueblos: Valverde del Fresno, Eljas y San Martín de Trevejo, con una extensión de 251,71 Km2, algo más de cinco mil habitantes, y una misma lengua, a fala. Una lengua que el valle ha sabido preservar durante siglos, con desiguales pinceladas fonéticas que les diferencian, y cuya esencia y orígenes lingüísticos disputan filólogos castellanos, portugueses y gallegos.
Son pueblos de serranía cuya edificación no difiere de poblaciones aledañas, aunque San Martín de Trevejo, con sus 1000 habitantes, es la localidad que mejor conserva la arquitectura patrimonial. Calles recoletas de firme empedrado y acanalado por regueros que arrastran las aguas de lluvia; casas solariegas con sus dinteles blasonados, alternándose con los entramados de adobe y madera de las casas más sencillas, propias del entorno de Gata.
Alguna de estas calles, con sus placas rotuladas en castellano y a fala, las rigen numerosas bodegas de anchos portones de madera cerrados con singulares trancas de madera. El 11 de noviembre se celebra San Martiño. Éste día, los mañegus, gentilicio de sus habitantes, abren todas las bodegas o boigasdel pueblo y, hasta la madrugada, vecinos y visitantes beben el viñu do pichorra.
A pocos kilómetros de San Martín, suspendida de la sierra, se localiza la población de Eljas, fundada junto al castillo medieval de Rapapalo, fortaleza construida por los árabes para defenderse de los ataques cristianos. Las calles de Eljas, con sus placas en a fala o lagareteiru, su habla local, son empinadas, estrechas y zigzagueantes. Casas construidas sobre la piedra, con altos umbrales y graderías, y visibles batolitos de granito trazando las vías. Cuenta con una población de 2000 habitantes y el gentilicio que da nombre a sus habitantes, lagarteirus, hace mención a una antigua especialidad culinaria en la que el lagarto era el referente, práctica que ha quedado reflejada en el escudo de la villa donde figura este animal.
Valverde del Fresno, es el mayor de los tres municipios con algo más de 2.500 habitantes, o valverdeirus. El dinamismo económico de los años 80 repercutió en la actividad constructiva del pueblo, provocando la perdida de la arquitectura tradicional, aunque en los últimos años se ha propulsado la conservación y recuperación de antiguas edificaciones para favorecer el turismo rural.
Valverde, Eljas y San Martín, basan su economía en el sector agrario y ganadero, siendo Valverde la que goza de mejores infraestructuras centralizando el sector servicios de los tres pueblos. Los sotos de fresnos que dan nombre al pueblo se alternan con bosques de robles, encinas y alcornoques, y grandes extensiones de olivos donde se produce el que allí denominan “aceite de oro”, aceite con denominación de origen Gata-Hurdes, extraído de la variedad “manzanilla cacereña”. Toda la gastronomía de la zona está relacionada con el aceite. Típica es la ensalada de aceitunas con naranjas, las migas, los fornazu, los mojos de pimientos,los preparados de espárrago, el gaspachu de poleu, los quesos curados, la miel y gran variedad de dulces.
Para los filólogos, es en Eljas donde se habla el dialecto más antiguo y puro, con menos influencias del castellano, siendo Valverde la población con un habla más moderna y con mayor intrusión del castellano.
Hasta hace pocos años, el mañegu, en San Martín de Trevejo, valverdeiru, en Valverde del Fresno, lagarteiru, en Eljas, se consideraban un dialecto leones occidental, en el que se incluían formas de la lengua portuguesa, rasgos castellanos y caracteres propios. Los habitantes de las tres poblaciones, al igual que los estudiosos, muestran sus diferencias en cuanto al origen de una lengua o habla que, desde hace más de 700 años, se aprende en el ámbito familiar. Algunos señalan la ascendencia gallega, recordando ancestros gallegos que ocuparon aquellas tierras durante la reconquista y que aislados del resto de pueblos por la inaccesibilidad de las montañas pudieron conservar el idioma.
No existen referencias históricas que avalen esta posibilidad, como tampoco que hicieran pensar en Portugal como referente. Uno de los vecinos de San Martín recuerda que desde tiempos del que fuera presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga, la comunidad gallega se ha preocupado de mantener contactos con los tres pueblos. Incluso, añade, fueron los gallegos los primeros en interesarse por el estudio de este habla singular. Unas relaciones que han llevado también, apunta, a que la Universidad de Vigo trabaje en un diccionario de a fala para impulsar su aprendizaje.
Texto: Roberto Machuca
Fotografía: Álvaro Fernández Prieto
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